DOMINGO 7 DE SEPTIEMBRE DE 2004 

Nuestro día comenzó con un delicioso desayuno de fusión hispano-Indonesia cortesía de nuestros anfitriones consistente en huevos fritos Spanish style y fruta local como dragón fruit. Todo ello aderezado con café y pancakes.

 Desde luego la entrada en Indonesia ha sido de lo más suave gracias a que nuestro progresivo encuentro con la cultura Indonesia se veía luego recompensado con sesiones de piscina Ping pong y relax en casa de nuestros amigos expatriados.




Tras la apropiada ingesta de calorías salimos con nuestros amigos rumbo a Sentul, zona rural a algo más de una hora de yakarta (con un tráfico de domingo, pues entre semana los tiempos se multiplican por 3 o 4) para hacer una excursion con guía que nos llevaría por arrozales, poblados y el exuberante bosque de Java hasta llegar a una cascada donde nos pudimos bañar.

Era una ruta por caminos serpenteantes entre terrazas de arroz y frondosa vegetación,  una maravilla.  Olia a hierba y a tierra mojada.  Los caminos eran empinados y algo resbaladizos, por lo que las botas de Treking son recomendadas.  El aire era cálido, y con el ejercicio se sudaba bien. 

En los poblados de chozas hechas con palma trenzada que atravesamos, los niños jugaban descalzos entre gallinas y pollitos que huían despavoridos cuando a nuestros hijos se les ocurrió la brillante idea de correr detrás de ellos para atrapar alguno. Las mujeres  amamantaban a los bebés en los porches de sus casas y los hombres cultivaban el campo con herramientas tradicionales. 

Pese a notarse que no gozan de todas las comodidades ( y que en época de lluvias debe ser duro y peligroso vivir en la ladera de una montaña, da la sensación de que la vida en el campo es más feliz (aunque tengas poco dinero)  que en los barrios chabolas de la ciudad.

Nuestros niños (íbamos con cuatro, de 10 años los mayores y  7 y 5 años los menores ) llevaron la excursión muy bien,  mejor que nosotros! Nos acompañaban 3 guías que cuidaban de los pequeños y les  enseñaban  secretos de la jungla como los tatoos de hojas con los que se decoraban los brazos.

Quedamos muy satisfechos con su servicio, amables, serviciales y profesionales. Dejo su tarjeta en este post por si algún lector se anima.


Después de unas 4 horas de excursión volvimos de vuelta a nuestro oasis jakarteño a regocijarnos en la piscina y degustar la cena que nos preparó nuestra amiga, que en su empeño por fusionar culturas nos preparo un pescado japonés con patatas y tomate sencillamente espectacular finalizado con un pastel de manzana con vainilla.

Un gran colofón para terminar los días en jakarta antes de empezar nuestro periplo por el archipiélago indonesio. Mañana hay que coger a las 9 un tren a jogyakarta, en el centro de Java

Alberto

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